sábado, 6 de marzo de 2010
¿Será la solución zapatos en Jesús María o Full Day Spa?
Ahora estoy en un momento de tensión familiar, con un papá interno en el seguro social, aún no tengo claro si mi depresión es por su enfermedad (de la cual ya se está recuperando) o por tenerlo ahí internado; sea cual fuera la razón, muchas de mis horas pasan sentada en las salas de espera (por llamarlas así) con un libro en manos cuyas hojas no se mueven muy seguido como yo quisiera y más bien con una mente ágil dedicada a la observación del mundo guachimanesco, oh si, me dedico a observar a todos los vigilantes para ver a donde y a quién debo acudir, con mi sonrisa del millón y mi cara de cojuda número 21 para poder entrar a ver a mi papá fuera del horario de visitas.
Me resisto a pensar que estoy deprimida, la verdad es que no hay tiempo para ello, así que mi mente recorre todas las historias de depresiones en las que he participado y no todas necesariamente como depresiva sino como soporte, entonces decido sacar mi pequeña libreta elemento indispensable en mi cartera para impedir que el alemán ataque (ver post anterior) y empiezo:
Era el año 2003 yo me encontraba entre trabajos (osea desempleada) y mi amiga Maldi aún en su época pre Sr. Ferrer, ambas nos reuníamos frecuentemente para compartir nuestras alegrías y tristezas y también para que mi rostro sea la tarea de las clases de maquillaje de mi amiga. Cuando el ánimo de las dos estaba por los suelos nos íbamos a caminar por todo Jesús María, distrito conocido por sus zapatearías y centros de manicura, y recorríamos todas las zapatearías y nos probábamos todos los zapatos más excéntricos, churriguerescos, coloridos y huachafones que viéramos. No se nos escapaba ninguno, habían los modelos tipo Kiss y los modelos con abultadas flores de colores que más parecían zapatos para travestís. El sólo disimular la carcajada y con el rostro bien serio asegurándole a la vendedora que regresaríamos era suficiente para dejar atrás un día depresivo.
Reuniones con mi comadre donde con todo el vino posible que encontráramos en casa o que el dinero pudiera comprar ese día, nos amanecíamos destruyendo al susobicho que mal se había portado con la comadre. Obviamente la amanecida incluía mas de un cajetilla, pero ¡que diablos! el dolor de cabeza y la garganta seca al día siguiente. La catarsis había surtido efecto.
También estaban los silencios que me gritaban mientras permanecía sentada frente a una pantalla gigante intentando ver una película y la mente estaba en otro lugar, pero no importa, sabía que no estaba sola porque ahora me tocaba tener un soporte.
La típica del cambio de look, un "full day spa" donde entras a las 9:00 am y sales a las 5:00 pm. con un look peor con el que entraste porque entre la limpieza de cutis, la depilación y el re-acondicionamiento de cabello para pelo tenido, sales de la peluquería/spa, con la piel irritada, la cara roja y el pelo chorreado, pero no importa igual te sientes RAAAGGGIIIAAAAAA.............
Van 45 minutos y sigo esperando que el médico me atienda, me acaban de informar que no lo puede hacer porque está apoyando a otro doctor y tiene que irse rápido. No vale la pena amargarse, no importa volveré nuevamente en la tarde con mi libro que no se mueven las hojas, mi cara de cojuda No. 21, mi cartera que lleva mi súper libreta y recordando la frase de nuestro recientemente descubierto filósofo local con muchas millas en su haber, Sr. Cesar Soto de Taca, "No olvide sonreir y pensar bonito, cuando piensa bonito todo sucede bonito..."... ¡¡será...!! sonreiré a ver que sucede.
Bueno siéntanse libre de compartir historias depresivas ya sea como catarsis o para reírse de tanta tontera.
Nory
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